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KNUT PANI

Un artista que estruja

 

 

El espacio, sin duda, es un elemento que es suyo desde siempre. No solamente por  herencia sino por el talento que lo caracteriza. KNUT PANI va creando los espacios que sólo a él le pertenecen desde su génesis. Son espacios que lo habitan, lo conforman, en el talento y en el bien hacer las obras de arte que lo determinan y lo expulsan del espacio a otros escenarios donde se comparte con quienes lo miramos. Pintor, grabador, escultor y arquitecto es capaz de expresarse en dialécticas individuales que se conjuntan para lograr el gran discurso de la plástica postmoderna.

 

La fuerza de su trabajo me sedujo de inmediato; era el poder del pincel, el formato de las obras, el carácter del gesto al pintar con brío pero nunca desbocado, intercalando sonidos y silencios pictóricos que dan forma a las armonías que deleitan a través de la emoción. Es mirar y no parar de estremecerse lo que sea que llevemos dentro y que detecta cuando la pintura, el golpe sobre el metal, la composición que estructura una gestualidad que sólo a él, al pintor, al artista, le pertenecen, como el gran premio. Se le llama talento.

 

Eso que si bien es una virtud, hay que educarlo para que no devore ni marchite, ni aplaste a quien mira sin saber por qué aquello que nos provoca a seguir sosiegos en la acción de observar  y que, sin embargo, es tan suave como el deleite. Kanuto ha estudiado a lo largo de su vida en universidades, ciudades, montes y rincones del mundo que le brindan su sentido, para conformar un saber completo, variado y capaz de adecuarse a cada reto, en cada obra hasta convertirse también en maestro de quienes, para explorar al mundo, se agrupan a su vera, se descubren y aprenden.

 

El trabajo del Maestro KNUT PANI habla  de más de 30 años de labor porque su producción es vasta en todos los sentidos. Él no deja un día sin trabajar y sin buscar qué le falta a cada obra para dar lo mejor. Es probable que en alguna época su trabajo haya sumado atributos para ir conformando las obras hasta convertirlas en arte y sin embargo hoy, esa misma obra, va buscando la sencillez de la síntesis para llegar como dardo a un punto certero que cada humano tenemos en una ubicación distinta del alma, de la emoción, del gusto. Es increíble que una mancha de un solo trazo sea capaz de expresar tanto.

 

Las texturas, a veces sólo visuales y en otras ocasiones reales y producidas por el volumen y densidad de la pintura, crecen dando volúmenes visuales a los lienzos que deleitan en el silencio de la observación.

 

Su trabajo puede argumentarse dentro de la técnica del Expresionismo Abstracto con muchos sustentos teóricos. Pero el trabajo de KNUT es polivalente dentro de la abstracción y los expresionistas lo habrían abrazado gustosos. Sin embargo, este trabajo mexicano tiene la fuerza de la abstracción capaz de albergar los gestos de manera universal. Se mete entre las fibras y cuaja en el pensamiento, la sensación variable de las emociones y la certeza de la calidad en el dibujo, la intuición sabia del color, la experiencia de amasar texturas en la conjunción total.

 

Me parece un abstracto muy experimentado y sostenido por el sentimiento puro y el dominio de la técnica. Todo lo demás, nos toca ponerlo a quienes miramos, evitando figuras inexistentes ni flacidez en el espíritu.

 

La versatilidad de las obras de gran formato es fascinante y las dimensiones que aminoran las superficies  ganan en preciosismos sorpresivos. La calidad cromática habla de la fuerza del artista y resulta imposible dejar de pensar en el Automatismo, que al  parecer sigue vigente en el éxtasis de PANI.

 

Pero si nos obligamos a definir en tres vocablos esta obra, podría resumirse en un Abstraccionismo Lírico y una gran carga Gestual, llena de personalidad.

 

Es mexicano, se ubica en Tequisquiapan y obliga a la emoción a seguir esperando más triunfos y deleite, sin herencias ni promesas pero sí estrujando al corazón.

 

Margarita Magdaleno R.

28 Agosto 2017

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